Todo vino biodinámico es orgánico, pero no todo vino orgánico es biodinámico. La biodinámica lleva la agricultura ecológica un paso más allá: sigue el calendario lunar y astronómico (calendario biodinámico) como guía de los ciclos naturales, genera sus propios fertilizantes naturales, cultiva y aplica hierbas sanadoras en el viñedo -como valeriana, ortiga, diente de león o manzanilla- e incorpora a las personas que trabajan estos terruños como parte del sistema. “Es un tipo de agricultura en la que no se usan productos de síntesis química, se utilizan solamente insumos que provengan de la misma finca”, explica Maricruz Antolín, agrónoma de la bodega Krontiras.
La agricultura biodinámica está basada en las teorías de Rudolf Steiner que consideran a los núcleos productivos (granjas, fincas y bodegas, por ejemplo) como organismos complejos cuya dinámica natural incluye a los suelos, los insectos y microorganismos, el mundo animal y vegetal y a las personas en un todo holístico, un sistema cuyo equilibrio hay que preservar. Así, la viticultura biodinámica prioriza la vida en los suelos, la salud del viñedo y sus frutos, hace foco en diferentes preparados y en los compost para mantener el equilibrio del suelo, ya sea para fertilizarlo o tratar afecciones. Es interesante comprobar que la superficie de viñedos certificados como biodinámicos en Argentina se duplicó en 5 años: de unas 300 hectáreas en 2017 ya son casi 600 en todo el país.
¿Qué buscan transmitir las bodegas con sus vinos biodinámicos? “Que el consumidor pueda trasladarse a un ecosistema en equilibrio, totalmente natural y respetuoso de la naturaleza”, afirma Marina Concina, de la bodega Alpamanta. “Nuestra búsqueda es poder expresar un lugar y una vendimia específica a través de estos vinos. Si todo esto está orientado a poder reflejar vinos que muestren un lugar, de la forma más sana y que nos lleven hacia la calidad, ¿por qué no elegirlo?”, resalta Facundo Bonaimazón, de bodega Chakana.
Quien elige un vino biodinámico debe corroborar el sello de la certificación en la etiqueta o contraetiqueta. Además, en estos vinos es importante valorar que son productos que requieren muchos trabajos y cuidados, en el viñedo y en la elaboración y por eso en muchos casos pueden ser más caros que los vinos convencionales. Lo que se paga es un valor diferencial que también suma en otro sentido: apoyar el trabajo sustentable de viticultores y bodegas que buscan el desarrollo en total armonía con la naturaleza y las personas. ¡Eso merece un gran brindis!
